Encrudo en Nuño Gómez

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Observando esta foto que nos hicimos el sábado en Nuño Gómez, tras el concierto de Encrudo, me han venido a la cabeza esas fotos de fin de curso que nos hacían en el colegio. Y como buen doctor que soy, he hecho un pequeño análisis, que os detallo a continuación.

Encrudo al terminar el concierto en Nuño Gómez (Toledo)
Encrudo en Nuño Gómez. Promoción de 2014.

Ya sé que la foto está borrosa, pero me da igual

Antes de que digas nada, ya lo digo yo. La foto está borrosa, pero eso es algo secundario.

Es la típica foto que se hace uno al terminar un concierto, con el público sonriente a sus espaldas. Normalmente se hace desde el escenario, porque desde ahí arriba puedes sacar a todo el público sin ningún problema. Pero como el sábado no había escenario tuvimos que buscarnos la vida para salir todos. Los de las primeras filas agachados y los del fondo de puntillas (o encaramados a algo).

Las fotos del colegio

Así se hacía en las fotos del colegio, pero de una forma más organizada. Esas fotos de fin de curso en las que tu categoría humana variaba dependiendo de la fila en la que te había colocado el profesor. En ese momento no eras consciente de la gravedad del asunto, pero tu posición en la foto marcaría tu futuro.

En la última fila, los altos. Generalmente niños repetidores, profesionales de la colleja. Gente ya curtida, que de hecho parecían los cuñados del profesor. En esta fila también se situaban los niños cabezones, porque si no eclipsaban al resto y decía el fotógrafo que descompensaban la foto.

Más abajo, niños estándar. De pie también, pero con una estatura más acorde con su edad. Gente normal al fin y al cabo. Recibían collejas de los altos y los cabezones, pero a su vez se las daban a los que tenían delante; y así se mantenía equilibrado el ecosistema. Ésta era la fila más digna con diferencia. A partir de aquí todo iba a peor.

En la siguiente fila, los bajitos. Pero cuidado, porque el profesor no se quedaba satisfecho diciendo «tú ahí, que eres bajito»; para disipar toda duda, estos niños salían sentados. Y además les hacían poner las manos sobre las rodillas, que es una pose extremadamente parda. La pose más parda que puede tener un ser humano. No me extraña que los de atrás les pusieran los cuernos. Joder, ¡esos niños pedían unos cuernos a gritos!

El bodegón solía completarse con cuatro o cinco niños más desperdigados por el suelo, en plan «vosotros salid como queráis, que ya me da todo igual». Un drama si ese día te habías puesto unos calcetines chungos, por cierto. A estos niños del suelo únicamente les faltaban unos guantes con los dedos al aire, unos cartones debajo y un bidón de gasolina ardiendo. Esta gente era la que apuntaba maneras, ya desde la infancia. De hecho, si te los imaginabas con un botellín en la mano, un piti en la boca y un filtro en la oreja les quedaba hasta natural.

Pues sí, esta foto me ha recordado a esas antiguas fotos del colegio. Y también me ha recordado que por conciertos como el del sábado en Nuño Gómez merece la pena dedicarse a esto. Espero que no se me olvide, salga como salga la foto.

¿A ti en qué fila te ponían?

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2 comentarios en «Encrudo en Nuño Gómez»

  1. A mi según el profesor me ponía en la primera fila o en la fila digna jejejej Muy guapos todos, ahora solo queda que dejéis el alcohol, el que está delante de Jesús deje de parecer el muñeco de michelin hinchado, y que en la próxima, esté yo =)

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    • La cerveza sólo la cogimos para hacer la foto, que tenemos que mantener nuestra imagen rockera. Luego bebimos mosto toda la noche. Te guardamos sitio en la foto para el siguiente.

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