¿Alguna vez has dado un concierto encima de una lavadora centrifugando? Si lo pruebas, te harás una idea de lo difícil que es tocar en un escenario que se mueve.

El escenario móvil es algo más habitual de lo que me gustaría. No estoy hablando de tocar en un camión en marcha, sino en un escenario que está en el suelo. En el suelo de la plaza del pueblo, por ejemplo.
Muchos escenarios están hechos a base de tablones de madera, y a veces están un poquito sueltos. Pueden estarlo por diferentes motivos: puede que se haya salido algún clavo, puede que los tablones hayan cogido holgura por el uso… o puede que estén apoyados sobre unas borriquetas. Así, con alegría, sin ningún tipo de sujeción.
Vayas donde vayas, siempre habrá un paisano que lo defienda a ultranza: «Eso es ahora que no hay nada, luego se sujeta con el peso de los amplis». Claro. Pura lógica. Por arte de magia, ciencia infusa o lo que sea, al poner tres amplificadores y una batería sobre un escenario inestable, éste se queda tieso como un roble.
Luego ahí se suben cuatro orcos como cuatro soles, se ponen a dar saltos y hacer posturitas, y todo comienza a temblar.
Comenzando por el batería, que ve cómo el bombo se va alejando de su pie a medida que avanza cada canción. Un batería no se puede levantar en mitad del tema a empujar el bombo hacia atrás, así que intenta estirar la pierna y hacer todo lo posible para terminarlo con dignidad.
Me vais a decir que soy un exagerado, pero he llegado a ver a baterías tocando en cuclillas para llegar al bombo. El batería-ninja, se llama ese truco.
También he visto baterías que, aparte de las baquetas, llevan un saco lleno de piedras gordas. Cuando ya no llegan al bombo con el pie, empiezan a tirarle piedras para que suene de vez en cuando. «Menos da una piedra» es una coña que funciona muy bien en estos casos.
Yo mismo me he visto implicado en alguna de estas situaciones y, además de cantar y tocar el bajo, he tenido que dar los golpes al bombo de tacón, porque el batería ya me estaba dando las pedradas a mí. Esto lo he podido hacer porque he sido futbolista durante mucho tiempo, pero no todos los cantantes tienen ese toque de tacón.
Incluso, si la canción era muy larga, el bombo ha seguido avanzando hacia mí y no he tenido más remedio que sentarme encima y acabar así.
Y es que, queridos amigos, cuando tocas en uno de estos escenarios hay que tener recursos para salir del paso como sea.