Grabación de «No te detengas» – Día 4 – Más guitarras

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Ayer fue el segundo día de encierro de guitarristas. Tendríais que vernos. Es como los sanfermines pero, en vez de toros, van Saúl y Luis con la guitarra, haciendo palm mute. El resto vamos corriendo delante con las partituras enrolladas en la mano. A mí casi me pillan en la última curva; eso me pasa por no calentar antes.

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La puerta y el candado tienen que ser bien gordos, para que los guitarristas no se escapen.
(foto de Berta Valverde)

¿Los tuvisteis encerrados mucho tiempo?

Pues un rato largo, casi todo el día. Cuando vimos que estaban cambiando de color, como si tuvieran un bajón de azúcar, los dejamos salir para comer. También les dejamos hacer una llamada, como en la cárcel. «Tenéis un minuto».

¿Cómo mantener contento a un guitarrista?

Amigos de los pepinos, en el guitarrismo no todo puede ser presión, amenazas y agresividad. Un guitarrista también tiene su corazoncito —lleno hasta el techo de pedales con lucecitas, por supuesto— y de vez en cuando hay que decirle algo bonito, que si no se viene abajo.

Hay una regla no escrita que todo el que entra a un estudio debería conocer: cuando el guitarrista está tocando, metido en la pecera —así se le llama al cuarto donde los encerramos—, y mira al resto del equipo por el cristal, buscando su aprobación, todo el que esté allí presente debe poner cara de «lo estás petando». Hasta aquí la teoría. Fácil, ¿no?

Pues no. En la práctica, al leer la expresión de tu cara, el que está encerrado en la pecera no suele pensar «este tipo me está transmitiendo que lo estoy petando». Más bien, le vienen a la cabeza cosas como «este cabrón me va a hacer repetir esta toma en cuanto la termine», «el de allí tiene un sueño que se va a caer al suelo» o «creo que ése se está cagando».

Como veis, es un tema complejo. Yo, que siempre busco superarme, esta mañana he estado ensayando delante del espejo mi cara de «lo estás petando». Y también he estado calentando para el encierro de hoy.

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