Grabación de «No te detengas» – Día 7 – Más voces

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El viernes pasado fue el último día de grabación. Terminamos de grabar una guitarra acústica que nos quedaba y el resto de las voces.

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El gallo, el mejor amigo del cantante.

La voz y los coros

No penséis que grabar la voz de una canción es cantarla una vez y ya está. Normalmente hay que cantarla unas cuantas veces más para «meterte en la canción», «estar dentro del tema» y otras frases extrañas que nos gusta decir a los cantantes.

Una vez grabada la voz principal, es el momento de hacer los coros. Para grabar algunos coros mola poner voces raras, como voz de Constantino Romero o voz de pitufo maquinero. Así consigues que los que están al otro lado del cristal —el lado oscuro— se echen unas risas.

¿Ya habéis terminado el disco?

No, amigos. Hemos terminado de grabar cosas, pero ahora falta hacer la mezcla: ponerlo todo junto, agitarlo y ver qué ensalada nos queda. Eso se hará durante esta semana.

¿Qué es eso de mezclar?

En el mundo real, mezclar es algo malo. Mezclar es apretarte un whisky cuando llevas toda la noche bebiendo ginebra. Si me hubieseis preguntado antes, no pasaría lo que pasa, que os ponéis como ratas y no os enteráis de nada de lo que os cuento.

En el mundo musical, cuando hablamos de mezclar un disco, hablamos de algo bueno. Se trata de ajustar volúmenes, ecualizar y cosas por el estilo. Pensad que, en ocasiones, en un estribillo suenan a la vez la batería, el bajo, 6 guitarras y 6 voces, y tiene que escucharse y distinguirse todo; pues eso es lo que se trabaja en la mezcla.

¿Entonces ahora qué tenéis hacer?

Pues ahora toca esperar a que la doble R haga sus labores técnicas otra vez. Ya sabéis, borrarán lo que hemos grabado y lo grabarán ellos en condiciones. «Nada, sólo hemos tenido que retocar alguna cosilla».

La cosa pinta muy bien. Estoy deseando que lo escuchéis.

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