Voy a meter otra velocidad,
(fragmento de Ahora, que nadie me escucha)
quiero estrellarme y romper la pared,
quiero pasarme otra vez de frenada;
voy a seguir insistiendo y verás
como al final me lo voy a llevar:
un gato al agua y un grito de rabia.
Voy haciendo callo. Me voy endureciendo. A veces he notado el rebote: sé que me han lanzado algo, pero no sé lo que es. De hecho, ni me importa. He sentido el impacto, sí, pero no he perdido el equilibrio. Como mucho, me he tambaleado. Es una de las ventajas de ir a velocidad de crucero. Cuesta arrancar y cuesta acelerar, pero una vez alcanzada es difícil detenerse. Cosas de la inercia.
Para conseguirlo tengo una estrategia: cada día cometo al menos un error. Sé que voy a cometerlo igualmente, así que lo he convertido en la primera parte de mi plan. Eso me quita presión. La segunda parte consiste en coger ese error y asegurarme de no volverlo a cometer. Es una brecha que tengo que cerrar. Así no podrá llegar nadie, meter un palito, hacer palanca y romperlo todo.
Porque estoy construyendo mi caparazón sobre la marcha. Es complicado —tengo que llevarlo a cuestas mientras lo hago—, pero cuando lo tenga terminado podré lanzarme de cabeza contra lo que sea. Podrá rebotar, podrá arañarse o podrá resquebrajarse, pero tengo la certeza de que no se partirá por la mitad, choque contra lo que choque.
Lanzarme de cabeza contra lo que sea. Ése es el objetivo. Sé que voy a terminar haciéndolo igualmente, así que… lo he convertido en la base mi plan.
¿Y tú?, ¿tienes un plan?
Mi plan es no dejar de leerte para aprender en cada entrada. Cada consejo es mejor que el anterior, y cada lección, más sabia.
Ojalá no dejes nunca de hacerlo, porque si no, tendría que buscarme otro plan
Un beso!
¡Es un plan muy loco! Necesitas un plan B, por si me voy de vacaciones 😉
Mmmm ¿se te ocurre alguno? 😉