Doctor Pepino, ¿qué consejo le darías a alguien a quien le da vergüenza cantar delante de la gente?

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El Doctor Pepino acude al rescate una vez más. Vamos a aclarar este asunto de la vergüenza de una vez por todas. Si tienes alguna pregunta, puedes enviársela a través del formulario de contacto o por Twitter, utilizando el hashtag #DrPepino.

vergüenza cantar
Me da vergüenza cantar, por eso oculto mi rostro entre la maleza.
(foto de Natalia Sánchez)

Consulta de Laudrup:

¿Qué consejo le darías a alguien a quien le da vergüenza cantar delante de la gente pero está deseando hacerlo? ¿Hay algún truco para superarlo, como imaginarse al público en bolas?

Querido Laudrup, no sabía que en tus ratos libres, entre pase y pase, te dedicabas a esto. Lo que me planteas es una difícil cuestión.

No sé si ya lo hacías cuando jugabas al fútbol, pero sí, puedes empezar probando el truco de imaginarte al público en bolas. Si te funciona, fenomenal. Ya me contarás qué tal, porque a mí, francamente, este truco nunca me ha funcionado. Siempre que he intentado ponerlo en práctica, lo único que he conseguido es ponerme palote y, como comprenderás, amigo Michael, no hay dios que cante en esas condiciones.

¿Qué es la vergüenza?

Vamos con lo de la vergüenza. Para empezar, se me ha ocurrido —así, a bote pronto— buscar esta palabra en el diccionario. Así de brillante es el Doctor Pepino.

El diccionario es un libro —un libraco, más bien—, misterioso para mucha gente, que explica el significado de las palabras. No me preguntes por qué, pero yo desde pequeño le tengo un cariño especial. Recuerdo que tenía uno en casa y, en mi tiempo libre —que era todo el rato, porque ya te he dicho que era pequeño—, me dedicaba a buscar palabras y a subrayarlas.

Perdona que te suelte todo este rollo sobre mi infancia y los diccionarios, pero me ha parecido interesante. A lo mejor esto lo lee, yo qué sé, un funcionario de la RAE y piensa «este tío está como una puta cabra, pero al menos mi trabajo vale para algo».

Bueno, que me desvío… Por ahí dicen que la vergüenza es la «turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena». Tras analizar esta definición minuciosamente, asaltan mi cabeza varias preguntas. Me gustaría que las leyeras y las respondieras con sinceridad.

Un consejo: si vas en la Renfe —por poner un ejemplo— y ves que los viajeros a tu alrededor comienzan a apartarse de ti y a mirarte como de reojo, es que estás respondiendo a las preguntas en alto. No es necesario que hagas eso, de verdad; el ejercicio funciona igual si contestas mentalmente.

Preguntas sobre la vergüenza

Aquí van las preguntas: ¿consideras que cantar delante de la gente es algún tipo de falta?, ¿te parece una acción deshonrosa?, ¿lo calificarías como algo humillante?

Lo importante son tus respuestas. De todas formas, yo te voy a dar las mías, porque soy muy de dar mi opinión sin que me la pidan.

Cantar delante de alguien no es ningún tipo de falta, a no ser que lo que cantes desafíe todas las leyes de la armonía, el criterio y el buen gusto; cosa que, te aseguro, es realmente difícil de conseguir. También te digo que, si éste es tu caso, no creo que conozcas ni la vergüenza ni a ninguna prima lejana suya. Con lo cual, problema resuelto.

Cantar delante de alguien tampoco es una acción deshonrosa y humillante. Los límites de la dignidad cada uno los pone donde quiere, que para eso son suyos. Lo que te recomiendo es que busques dónde tienes alguno de esos límites, para que puedas observar el tema con un poco de perspectiva.

Ejemplo extremo

Me explico con un ejemplo extremo, que es algo que me encanta hacer. Para mí, cagar en medio de la Plaza Mayor, subido al caballo de Felipe III, un domingo a la hora del pincho, sin siquiera unas tristes gafas de sol, sería algo que superaría los límites de mi dignidad. Sería una línea roja que espero no tener que rebasar nunca. Es algo que sí consideraría humillante.

¿Pero cantar delante de alguien?, ¿es algo que se encuentra por encima de los límites de tu dignidad? Piénsalo. Y ahora, por otro lado —el lado bueno—, piensa en todo lo que te aportaría hacer algo que estás deseando hacer. ¿Cómo te sentirías si lo hicieras?

Pon una cosa en cada mano y mira a ver hacia qué lado te inclinas. Y si necesitas un empujón, dímelo, que yo te lo doy.

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